Oswaldo Moncayo Aguiar Dr. MSc. Lc. Bib.

Carta abierta de Oswaldo Moncayo Aguiar, C.I. 170448305-4, al Señor Presidente de todos los ecuatorianos:

Excmo. Señor Presidente:

Señor Presidente Constitucional de la República del Ecuador, Excmo. Econ., Rafael Correa Delgado, usted, ha puesto muy en alto, el nombre y prestigio de la Patria, al intervenir como su digno representante, sin doblegar su indómito espíritu y razón de ser el Mandatario de la Nación, en la absurda insubordinación de la Policía Nacional, acaecida en 30 de septiembre del 2010, a las 10H00 en el Regimiento Quito No.2.

Usted Señor Presidente ha otorgado una egregia figura del primer mandatario de la Nación y Presidente Constitucional de la República del Ecuador, al haber afrontado el citado episodio del 30 de septiembre del año 2010, las 10H00, con total hombría de bien, ingresando al “ojo del huracán”, dispuesto a pagar si es preciso, el precio de perder su propia vida, en pro de la tranquilidad ciudadana y construcción colectiva de ‘la revolución ciudadana’, tornándose en héroe epónimo para las nuevas generaciones y las modernas formas de libertad del Ecuador y América Latina, lucha que a partir de este momento, constituirá un ícono histórico de valor, determinación, autoridad y dignidad de los futuros gobernantes.

Usted, Presidente, representa lo académico, científico, y su resolución, honestidad, sinceridad y lucha frontal contra los privilegiados de poder, en la búsqueda de una sociedad igualitaria, en sus, sin par y elocuentes exposiciones, que evolucionan y destierran, las viejas prácticas de la política nacional, del chantaje, la diatriba, el engaño, la demagogia, la desinformación, etc., imprimen un nuevo modelo y principios de formas de gobernabilidad, con una doctrina del genuino significado del pensamiento político contemporáneo; procediendo de total lealtad con los caros intereses de quienes lo elegimos como nuestro Presidente; lo cual ha motivado el gran aplauso nacional, como agradecimiento y reconocimiento a su fructífera labor, aplauso en que han participado los sectores más destellantes de la cultura nacional, incluyendo a los más preclaros pensadores del derecho ecuatoriano, que ni siquiera han cuestionado la declaratoria del Estado de Excepción.

Con su certera administración, Señor Presidente, el Ecuador ha sido exaltado, en todos los medios de comunicación y agencias de prensa internacional, como un Estado Constitucional de Derechos de todos los ecuatorianos, donde se ejerce el principio de la ‘libre autodeterminación de los pueblos’, y se respeta la democracia.

Reconocimiento y respaldo unánimes del ordenamiento internacional, que ha proclamado al Ecuador como un Estado libre y soberano, que mantiene ‘el procerato de la lealtad con los más caros intereses de la democracia’, como insignia de las nuevas formas de libertad en América Latina, con grandes ejecutorias como el Banco del Sur, la Unasur y otros.

Presidente, debido a que las futuras asonadas golpistas, (que nunca faltan), antes de volver a atacar, tocando las puertas de los cuarteles y derramando sangre inocente, van a meditarlo de mejor manera, ante la rotunda derrota y sobre todo, no va a servir la propia fuerza pública, de herramienta golpista de los sediciosos, para subvertir el orden.

Presidente, usted ha antepuesto el bien común, por sobre todos sus intereses personales, incluyendo su propia vida y su integridad física, puesto que, caso contrario se habría establecido un nuevo sistema de gobierno basado en el anarquismo social y hasta podía haberse desatado una irreparable masacre y/o guerra civil y militar; todo lo cual lo evitó con la templanza propia de los verdaderos líderes que no se doblegan ante nada, ni ante nadie, que no sea, el interés general de la Patria y la voz del pueblo.

Sabemos que, en la indeleble memoria de los ecuatorianos, quedará grabada para siempre el recuerdo de su querido Presidente, que salió a dar batalla a los traidores de la revolución ciudadana, en su propio terreno, sin amilanarse ni arredrarse; principios y valores que escasean en algunos que dicen ser líderes.

Presidente, el irrespeto, los faltamientos de palabra y de obra, contra la majestad del Estado, representada en la más alta Magistratura del Estado, pretendiendo imponer de forma anarquista la priorización de ciertos intereses de grupo, por encima del interés colectivo, son prácticas condenables que deben desterrarse de raíz, sin perdón ni olvido como bien lo resolvió en el propio lugar de los hechos.

Presidente, como hombre de derecho que soy, me permito opinar que las FFAA del Ecuador, actuaron en derecho, al dar su total e irrestricto respaldado al Presidente constitucional, rescatándolo sin mayores consecuencias (sin una masacre), de un grupo de desadaptados antisociales, que pretendieron hacer valer sus pretensiones a punta de armas de fuego, pone en evidencia el alto nivel de profesionalismo de nuestras FFAA que durante todo el operativo mantuvieron el total control de la situación, habiendo llegado incluso a esperar resultados del uso de los métodos pacíficos de persuasión a través del diálogo. Lo cual no significa de ninguna manera participar de la peregrina idea que las FFAA deban asumir calidades de jueces de la democracia para regímenes de derecho o de facto.

Presidente, como persona vinculada al desarrollo turístico del País, adicionalmente me permito opinar que la imagen turística del País, si bien ha sido afectada por el clima de inseguridad generada con las noticias, por otra parte, el Ecuador fue noticia internacional en todo el mundo, lo cual no es fácil, y a la larga, lo que interesa es que el mundo sepa de nuestra existencia, de otra parte, esa noticia fue un claro ejemplo de lo que debe ser la democracia.

Presidente, ante la infamia patentada y con corso de la Policía, es indispensable dejar constancia escrita, de mi rotundo rechazo a los malos elementos pertenecientes a la noble Institución Policial que, debiendo ser ejemplo de obediencia y no deliberancia, en acatamiento de su propia normativa, al haberse levantado ilegalmente en armas, rompiendo el orden constitucional de derechos, para actuar como cualquier gremio clasista de tinte guerrillero parapolicial y paramilitar, olvidando su propio juramento de velar por la paz y seguridad ciudadana, incurriendo en un concurso delictivo de causas conexas que van desde, la insurrección, insubordinación, sedición, secuestro, flagelo, etc. Es muy triste ver como la otra hora gloriosa, se ha convertido en un cenáculo de conspiradores, al muy estilo antiguo de ciertos militares, que en algunos casos propician el fomento de la delincuencia (hay varios altos oficiales policiales y militares, implicados en casos de drogas y lavados de activos), y en otros casos, desembocan en mera brutalidad policíaca como el caso de los Hermanos Restrepo, que luego le significó al Estado la indemnización según dicen de más de USD $4’000.000,oo.

Presidente, sería ridículo inclinarse a recoger inescrupulosos e inmorales ultrajes verbales de ciertos adversarios políticos bien identificados, y más aún, por la honra y dignidad nacional, en esta vez gravemente ofendida en la Institucionalidad de la vida democrática del Estado, que llegó al extremo de saqueos, toma e invasión de un medio de comunicación televisiva y destrucción de propiedad privada de este medio, no cabe el menor desgaste en contestarlos. Bien decía Cervantes, ‘cuando los perros ladran, es señal que avanzamos’, 'dejad que los perros ladren a la luna...'

Presidente, dentro del análisis de la Constitución, la imposición del orden por la fuerza, con la intervención de las FFAA, organismo del Estado, encargado de esta materia, a través del Consejo de Seguridad Nacional, fue indispensable, habida cuenta de que, la majestad del Estado había sido ofendida por unos cuantos policías levantados en armas en habitual brutalidad policíaca, por lo tanto, el orden debía ser restablecido de manera inmediata, puesto que de ello, no solo que dependía el éxito o fracaso de la ‘revolución ciudadana’ y la honra de la majestad del Estado, sino que así se frenó saqueos y desmanes y vandalismos.

Presidente, quien falta de palabra, de pensamiento, de obra, y se levanta en armas en contra del ordenamiento establecido y aprobado democráticamente por el pueblo ecuatoriano, no pueden ni deben pertenecer a la otra hora gloriosa Policía Nacional.

Por tanto, expreso:

1.- Que es mi deber ineludible, exteriorizar al Excmo. Señor Presidente Constitucional de la República del Ecuador, Econ., Rafael Correa Delgado, (a quien no tengo el privilegio de conocerlo en persona y menos de ser su amigo), junto a la más fervorosa congratulación por sus grandes ejecutorias, determinación, principios y valores genuinos de liderazgo; y, el mejor deseo de total éxito hasta la terminación de su mandato, reiterando mi incondicional apoyo a las gestas libertarias de las nuevas formas de dominación del mundo contemporáneo, como el hecho cierto de haber democratizado los medios de comunicación por encima de los intereses de 118 banqueros de la bancocracia oligárquica;

2.- Cuestionar la misteriosa conducta del Ministro de Interior Gustavo Jalk, al haberse desaparecido el momento de los ataques físicos, al Presidente, y haberlo dejado en casi total abandono siendo como es la autoridad inmediata más alta de la Policía Nacional.

3.- Mi solidaridad y más sentido pésame, por las pérdidas humanas que experimentó la Patria con la temprana e innecesaria partida de los héroes anónimos caídos y los mal heridos; expresando además, mi más sentidas condolencias a sus dignas familias; y,

4.- Que es imperativo y urgente, el convocar a las fuerzas vivas del País, los movimientos obreros, campesinos, de la sociedad civil organizada, ha mantener un permanente estado de vigilancia y respaldo irrestricto e impertérrito, a nuestro Presidente, para hacerle frente a cualquier nueva intentona golpista; en aras al fortalecimiento de la paz, la unidad, y la salud pública de nuestra querida Nación.
Atentamente,

Oswaldo A. Moncayo Aguiar, MSc., Dr.


HASTA LA VICTORIA SIEMPRE ....!